VIII.- Destino del Universo.

(última actualización: 10-06-2017)

 

 

Para un lector radicalmente positivo y práctico, sobraría todo lo que hasta aquí llevo escrito, nada más le interesaría del libro lo que en este capítulo se diga. Una cosa es hablar del pasado y otra muy diferente hablar del destino, que es futuro. Cómo haya sido engendrado el mundo y cuál sea su funcionamiento, es interesante; pero ante la pregunta ¿Cuál será el final y cuándo será ese final? todo lo demás palidece. Y sin embargo, estamos en condiciones de poder contestar solamente a la primera de estas preguntas ¿cuál será el final?, pero no estamos en condiciones de poder contestar a la segunda ¿cuándo será el final? Esta última se queda para los medios de comunicación sensacionalistas y para los charlatanes de feria. “Cuándo llegará ese día, solamente el Padre lo sabe”.

 

Antes de aventurarnos en esa complicada senda del futuro, es ineludible deslindar dos conceptos cuya distinción le es ajena a la ciencia, porque la ciencia no "piensa", la ciencia se atiene sólo a los hechos. Y en esa obsesión por prescindir de "especulaciones", los científicos no se dan cuenta de que existen verdades lógicas que están por encima de todas las demostraciones matemáticas. Estos dos conceptos a deslindar son:

 

1.      Un objeto de estudio es el de la última realidad que vivirá el universo, aquel estado en el que se hallará cuando ya no sea capaz de seguir viviendo, sea por la causa que sea. Se refiere, por consiguiente, a lo estrictamente físico y es objeto de la ciencia, de la astrofísica.

 

2.      Otro muy distinto es el de su destino, cuál será su final en el ámbito de lo racional, que es el ámbito de la filosofía. Se trata del campo de los absolutos y no es objeto de ninguna ciencia positiva, sino de la especulación filosófica.

 

Volviendo a las preguntas del primer párrafo y para poder contestarlas, habrá que comenzar por dar un ligero repaso histórico a lo que, sobre este asunto de la última realidad física del universo, se ha escrito hasta ahora. Pero es importante para el lector tener en cuenta que, como los científicos no se plantean para nada la segunda cuestión, la del destino, y parten del error de considerar que las dos cosas son una sola (es decir, los científicos sólo piensan en la primera), a todo ello lo llaman "destino", de forma impropia. En este caso concreto, si la última realidad física será, como veremos, un cosmos frío, muerto y de confines fijos, lo que un científico pensará al respecto es que eso será también el destino, y pensará que el universo se quedará así "para siempre", lo cual también veremos que es imposible.

 

El "destino", según los cosmólogos

 

Debido a la autosuficiencia del hombre y a su conciencia de ser la cúspide del universo, ha considerado secularmente a éste, al universo, como una realidad absoluta y estable, con lo cual el propio hombre se absolutiza y estabiliza también a sí mismo, como canon de ese mundo intocable; hasta que, a principios del anterior siglo, surgieron los acontecimientos que comenzaron a moverle la silla a la ciencia.

 

A partir de ese momento, la certidumbre de que el mundo es una realidad cambiante, inestable, evolutiva, ha sembrado de dudas la cabeza del hombre, dudas de la índole de “…. quizás el mundo no sea eterno”, lo cual siembra de amargura el corazón, porque en un mundo así de efímero, ni siquiera los libros, los panteones o cualquier otro intento de inmortalizarse le sirve al hombre para nada. “No quedará piedra sobre piedra”.

 

·               El primero de estos acontecimientos fue que Einstein, en 1917, demostró que eso que llamamos universo es un continuo espacio-tiempo. La trascendencia de esto es que, al incluir el tiempo con el espacio, lo que vino a demostrar (contra su voluntad) es que ese continuo se halla en generación permanente y que, por lo mismo, es imposible que sea estable, tiene que hallarse en evolución. Pero esta consecuencia lógica de su descubrimiento, al propio Einstein le aterró. ¿Un universo evolutivo, cambiante, inestable? ¡Imposible!

 

·               Tenía que existir una fuerza desconocida y compensadora que restablecía continuamente el equilibrio, e introdujo en sus ecuaciones un factor de corrección que justificase el concepto, imperante en aquella sociedad, de un mundo estable y perfecto. Es el mismo apriorismo que llevó a incurrir al mundo en el error colectivo anterior a Copérnico, respecto de la creencia tolomeica de que el centro del universo tenía que ser la Tierra.

 

·               No mucho después, en 1931, el belga Lemaitre expuso, por primera vez, la tesis de un mundo en evolución que habría partido de una explosión inicial. Esto fue lo que movió a Einstein a lamentar su anterior rectificación como el más grave error de su vida científica. Los errores suelen consistir en eso, en partir de convencimientos apriorísticos sin fundamento.

 

·               Entre ambos sucesos, en la década de los veinte, Hubble, comparando las distancias de las galaxias, descubrió que éstas se alejan unas de otras sin cesar, o lo que es lo mismo, que de hecho y sin dudas el universo no es estable, está en expansión. Y sobre este descubrimiento vino un segundo a confirmarlo. Penzias y Wilson, en 1965, descubrieron la existencia de una radiación de fondo en todas las direcciones; es decir, la prueba de un universo fósil, en el que el plasma inicial se convirtió en materia y el remanente de electrones se quedó vagando para siempre en el espacio.

 

Una vez derrotada la postura de la ciencia sobre la creencia en un mundo estático (estático en el sentido de haber sido siempre el mismo), este nuevo mundo en evolución suscita el debate sobre si puede ser eterno o temporal, si su destino es la muerte o la regeneración.

 

·               Como era de esperar, surgió una nueva teoría con la pretensión de hacer al mundo inmortal. Bondi, Gold y Hoyle, en 1948, postularon que, si bien es cierto que el cosmos se halla en expansión, como aparentemente siempre es el mismo, podría ser que, ante la pérdida de materia que se desintegra o desaparece por la expansión sin límites, el universo se auto genera a sí mismo con la aparición de nueva materia continuamente. Fue la teoría conocida como "Mundo Estacionario", aunque en sí misma no fue nada “estacionaria”, enseguida desapareció.

 

·               Obligados a abrazar la irremediable temporalidad del universo, Friedman, ya citado, hizo depender el destino del universo de la densidad media de toda la materia, y fijó un umbral o valor crítico de densidad, por debajo del cual, la gravitación es inferior al impulso expansivo y el universo se expandirá sin límites; y por encima del cual, la gravitación acabará frenando a la expansión y contrayéndolo, hasta colapsar sobre sí mismo.

 

La astrofísica ha dado y siguen dando una importancia capital a este asunto de “pesar el universo y conocer su densidad”, porque si todo es gravitatorio, todo depende del amor entre las masas, y, a mayores masas, mayor amor y mayor perpetuidad del universo...... todo ello producto de haber concebido la gravedad al revés, justamente, de lo que realmente es (capítulo VI).

 

ü             Mientras no se salga del atolladero de considerar que todos los movimientos son producidos por la gravedad y no se reconozca que la situación es justamente la contraria, que la gravedad es el producto de los movimientos (inercia gravitatoria) y los movimientos son el producto de la expansión curva; mientras la ciencia no le dé vuelta a las gafas y enfoque al universo como es, al revés, seguirán los mismos fantasmas nunca resueltos: las cuatro fuerzas, la atracción de masas, la materia oscura…..

 

Volviendo al umbral de Friedmann, el primero de los universos posibles era aquél en el cual la masa universal está por debajo del umbral, y como consecuencia de tan baja gravedad, la expansión continuará indefinidamente. Sin embargo, la ciencia no es tan ingenua como para pensar que ese tipo de universo vivirá eternamente, de manera que ha admitido dos tipos de defunción:

 

o              Muerte Térmica.- Es el más aceptado justamente porque es el más natural. Consiste en suponer que la expansión, aunque no tenga límites, llegará un momento en el que sea incapaz de mantener el edificio y éste morirá por agotamiento. Es conocido como “Universo Oscuro” por el súbito apagón que se producirá al morir las estrellas

 

o              Big Rip (Gran Desgarro).- Lleva las consecuencias de la inanición del universo a tal extremo que acabará por desintegrarse la materia, con la correspondiente “muerte súbita”.

 

En el segundo de los universos posibles, aquél en el cual la masa y su densidad está por encima del umbral de Fiedmann, el resultado es el contrario, se trata de un mundo en el que, por exceso de gravedad, acabará por vencer a la expansión y comenzará el camino de vuelta, contrayéndose sin cesar hasta acabar colapsando. En el caso anterior no se encontró solución a la muerte, pero en este caso sí (todo con tal de no morir) ¿Cómo arreglárnoslas?

 

o              Pues con un universo que, una vez contraído hasta el mismísimo origen otra vez, pero antes de que colapse, por el mismo mecanismo que se desencadenó la primera vez se supone que volverá a desencadenarse de nuevo, con lo cual nos hallaríamos ante una cadena repetida de expansiones-contracciones que nos asegurarían un mundo para siempre, un “Mundo Acordeón”, aunque le han puesto un nombre precioso: Big Crunch “Universo Cíclico”

 

Los partidarios de la reencarnación se supone que se habrán puesto las manos al rojo. ¡Al fin tenemos un mundo maravilloso, capaz de renacer de sus cenizas…. aunque sea para volver a estrellarse y hacerse cenizas nuevamente! Y así por los siglos de los siglos, amén.

 

Destino real del Universo

 

A este más que breve, telegráfico, repaso histórico que acabo de exponer, sobre lo que será la última realidad en el pensamiento de los cosmólogos, debo añadir:

 

·               Tomando como fundamento de todos los movimientos su verdadera causa, la que he expuesto en los seis primeros capítulos, se llega a la conclusión de que la expansión general ni será indefinida ni volverá a contraerse, ni se perderá en el vacío ni será de ida y vuelta, sea cuál sea su peso y su densidad, porque la gravedad no depende de la masa, sino de la geometría del espacio. Las tesis de Friedman y el empeño en relacionar movimientos y masas sobran.

 

·               Segundo (y con ello entramos en el concepto de destino), constituye un principio filosófico sencillo e irrefutable que, por mucho que se pretenda extender una magnitud de cualquier índole, lo que es medible es medible, y si tuvo un principio forzosamente tendrá un final, sea como magnitud continua (mundo sólo en expansión) o como magnitud cíclica y repetida (mundo en expansión-contracción). Lo que tuvo un principio es que está sujeto al tiempo, y si está sujeto al tiempo, tendrá obligadamente un final también, porque tiempo es lo contrario a eterno.

 

El universo es finitud, es magnitud, y todo lo que es magnitud tiene, necesariamente, principio y fin, porque si no, no lo sería. Un universo eterno es un imposible. Su destino es la desaparición.

 

Viene aquí al caso un comentario que he repetido en otras obras sobre lo eterno, o mejor, sobre lo infinito en general:

 

ü             El concepto común de que por debajo de la magnitud está la nada y por encima lo infinito, es un absoluto error. Son tres conceptos que nada tienen que ver entre sí. La nada no existe, y lo infinito no es igual a una magnitud a la que se le quitan los límites. Lo eterno no es igual a "un tiempo que nunca se acaba", como se suele creer. El tiempo se acaba siempre, porque un tiempo que no tiene fin es una pura contradicción. Lo eterno es otra realidad diferente al tiempo que no podemos conocer, sencillamente, porque cae fuera de nuestra experiencia, porque estamos hechos y vivimos en el tiempo. Lo eterno, que no es otra cosa que una de las formas de lo infinito, sabemos que existe, pero no cómo es.

 

Y hecho este comentario, volvemos a las dos cuestiones tan diferentes que teníamos planteadas: última realidad física del cosmos, por un lado, y su destino ontológico, por otro. Las contestaciones dadas a las mismas parece que se contradicen entre sí.

 

·               Por la primera de ellas, desembocamos en un universo frío, despoblado, de dimensiones estables y casi estático (lo veremos en el apartado siguiente).

 

·               Por la segunda, en cambio, se nos garantiza que acabará desapareciendo, que a ese tic-tac se le acabará, irremediablemente, la cuerda algún día.

 

·               Parece que se contradicen, pero no es así. Son compatibles, puesto que la primera se refiere a cómo será el universo, únicamente, en el hipotético caso de que llegue hasta el final de su evolución, mientras que la otra se refiere a que forzosamente desaparecerá, pero sin que sepamos cuándo.

 

·               Uniendo las dos, el resultado es que desaparecerá, pero ignoramos si mañana mismo, tal y como ahora lo vemos, o dentro de otros miles de millones de años, cuando haya llegado a ese final de su evolución, frío, despoblado y de límites fijos.

 

Acabamos así de dar un paso importantísimo, puesto que hemos dejado bien anclado un punto de partida inamovible: sea cuál sea la evolución del universo, del cual lo único que nos consta es que, efectivamente, está en evolución, siempre será la suya una vida limitada, pues como evolución que es, como magnitud sometida al tiempo, no puede ser eterno. El mundo, necesariamente, está abocado a un final por desaparición. ¿Te choca? ¿Te parece misterioso, amigo lector? Pues no hay motivo. Igual de misteriosa fue su aparición y ya te has acostumbrado a ella.

 

La última realidad del Universo

 

Ahora sí que vamos a tratar de la última realidad, pero no como la ven los cosmólogos, sino como se la ve desde esta obra, y ello en el supuesto de que el universo alcanzase el final de su evolución antes de llegarle su irremediable desaparición. Para ello debemos volver a la figura 3 del capítulo III, donde quedaron expuestas las particularidades de la expansión. Recordemos:

 

-                El componente de la rotación jamás podrá agotarse, ya que recorre arcos cuya cuerda siempre es la misma. Al inscribirse esos arcos en órbitas cada vez más lejanas, la velocidad angular se desacelera, pero el movimiento nunca llegará a agotarse (al menos teóricamente).

-                Sin embargo, la otra componente, la expansión, sí puede agotarse, puesto que avanza cada vez menor radio en unidades iguales de tiempo.

 

De lo cual se deduce:

 

·               Al sobrevenir el agotamiento de la componente de expansión, y puesto que la rotación sigue indefinidamente, el universo que hemos descrito en forma de espiral plana, en el capítulo III se estacionará en forma de círculo, es decir, se estacionará en una dimensión determinada, la máxima que es capaz de alcanzar, y quedará sometido a un insignificante movimiento de rotación, uniforme y casi imperceptible.

 

Pero antes de seguir y a propósito de la forma circular en que desembocan las líneas expansivas al agotarse, se entiende que no cabe confusión con la forma de sector ecuatorial esférico del universo (capítulo III). Son dos figuras geométricas que se refieren a enfoques diferentes y que se complementan. Esta última, la del sector ecuatorial esférico, se refiere a la forma geométrica del universo en su conjunto. Aquella otra, la espiral que acaba en círculo, se refiere a lo que le acontece a la expansión, que se agota y el universo cesa en su “crecimiento”.

 

Si unimos las dos figuras, el resultado es perfectamente coherente: los puntos del espacio, al dilatarse éste en la expansión, describen espirales abiertas que se insertan en los planos máximos de la zona ecuatorial de una esfera, y al llegar a su máximo desarrollo, por agotamiento de la expansión, se estabilizan en la forma de los círculos máximos de esa zona ecuatorial de esfera, que ha alcanzado su máximo desarrollo posible.

 

ü             Hemos llegado a la estación términi. Según mi teoría, el universo, ni se “estirará” indefinidamente, ni tampoco se contraerá para volver a “estirarse”, como una goma ballesteando. El universo, debido a la curvatura de la espiral, tiene una distensión longitudinal decreciente y, por lo mismo, limitada en el tiempo, cuyo alcance máximo ignoramos cuál es, pero que, llegado a esa máxima dimensión, se quedará distendido y animado de un casi imperceptible movimiento de rotación uniforme y de existencia indefinida.

 

Ésta será la última realidad del universo en cuanto a su forma geométrica. Pero ¿Qué ocurrirá dentro de él? ¿Seguirá vivo? La perspectiva de un universo así, siempre idéntico a sí mismo, al estilo de Bondi, Gold y Hoyle, llena de ilusión a cualquiera. Sería algo así como “la imperturbable vida de Dorian Grey, parado en plena juventud y ajeno al cuadro que entonces le pintaron y que luego iba reflejando, con todo realismo, su degradación moral y su repugnante vejez, hasta que la pintura venció a la persona. ¿Qué tendremos que hacer para dar respuesta a la última pregunta de cómo será el cosmos en su interior? Lo de siempre, seguir al movimiento, que es la ley del universo:

 

·               Al extinguirse la expansión longitudinal, todo dentro del cosmos se quedará también sin expansión. Al agotarse esa loca carrera "hacia fuera" ya no habrá más expansiones "laterales" tampoco, el espacio dejará de distenderse en todos los sentidos, y los grandes sistemas, los supercúmulos, que ahora están en expansión, dejarán de crecer, como es obvio.

 

·               Que ceje la expansión y dejen de crecer los sistemas, parece cierto, pero es ajeno a los otros movimientos interiores ya en marcha, los de rotación. Las rotaciones, iniciadas antes de ese parón final, continuarán por inercia de forma indefinida.

 

·               Si las galaxias seguirán girando, tanto dentro de sí mismas como unas sobre otras dentro de los cúmulos, seguirán entonces los dos movimientos que produjeron su inercia gravitatoria: el propio suyo de rotación alrededor de su baricentro, más el de traslación a lo largo de las líneas curvas interiores de los cúmulos. Las galaxias, por tanto, seguirán contrayéndose.

 

·               El resultado de esa contracción continua, sin la oposición de la antigua expansión interestelar, ya detenida, será que todas las estrellas acabarán precipitándose en el núcleo, colisionando y desintegrándose, con gran desprendimiento de energía.

 

·               Hasta ese momento, esos escombros de las explosiones en el núcleo eran despedidos fuera del bulge, se acumulaban en los brazos y seguían girando, y como ese espacio intergaláctico estaba siempre en expansión, con su divergencia curva volvían a formarse nuevos sistemas.

 

·               Pero en este escenario futuro (y quimérico) del final del universo, se supone que, al haber cesado la fuerza clave, la de la expansión, las galaxias seguirán rotando y contrayéndose, pero en sus brazos no se formarán nuevos sistemas. El resultado será que las explosiones en el núcleo agotarán las estrellas del sistema y llenarán el espacio de materiales de desecho.

 

·               El producto final de toda la materia del universo, por tanto, en un proceso que ignoramos cuantos miles de millones de años durará, acabará siendo solamente gas, polvo y radiaciones, y terminará por enfriarse.

 

Agotada la expansión, en el cosmos desaparecerá todo vestigio de vida, convertido en una sopa fría de gas, polvo y radiaciones. Ésa será su última realidad física….. si el destino le permite llegar a viejo.

 

Esta visión de un universo frío y despoblado de mi teoría, coincide, casi totalmente, con la que nos ofrece la astrofísica. Cuando los científicos teorizan sobre este tipo de universo de tamaño estable, o sobre el de expansión ilimitada, auguran, en ambos casos, que incluso los agujeros negros también acabarán desapareciendo, por un complicado proceso que han denominado "evaporación". En tal caso, el resultado final, según ellos, será una sopa de fotones, neutrinos, electrones y positrones, que es cosa muy parecida a la desintegración en este libro anunciada.

 

Lo que sucede, ya lo dije, es que el proceso total del cosmos, se ponga cómo se ponga, acabará como la célebre Crónica de una muerte anunciada. Esa realidad última, ese fracaso cósmico de la sopa fría, no podemos saber si llegará a cumplirse o no, porque, si por encima de esta muerte física, tenemos la certeza de que el destino del mundo espacio-temporal ha de ser su desaparición, no podemos saber si tal destino se cumplirá antes o después de esa sopa de fotones, neutrinos, electrones y positrones.

 

A los efectos de desaparecer, sin que sepamos cómo, tan excepcional es que ocurra ahora mismo, lleno de vida, como dentro de otros quince mil millones de años, convertido en esa célebre sopa. Lo misterioso es que apareció, sin que nadie pueda explicar cómo, y desaparecerá, sin que tampoco nadie sepa cómo (salvo que leas el apartado Los cuatro jinetes, del último capítulo de mi libro Teosofía de la verdad, entonces sí que sabrás cómo).

 

 

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© Gregorio Corrales.

 

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(Imagen tomada del reportaje “El arte de fotografiar”)