III.- La expansión en espiral plana

(Anterior actualización: 10-06-2017)

(Última actualización: 27-12-2019)

 

 

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“La respuesta es sencilla: mirando al universo, todo son espirales planas, desde las humildes formaciones de las tempestades en el planeta Tierra, hasta las inmensas asociaciones de galaxias, pasando por el vasallaje de los sistemas planetarios en torno a la hoguera de sus estrellas. Toda ceremonia del espacio se convoca en forma de espiral plana. ¿Y el origen? ¿Pudo ser diferente el origen? Por supuesto. El origen no fue una espiral plana...... fue el centro de una espiral plana. El universo no pudo ser otra cosa que una inmensa espiral plana. Así es que, cambiar el origen es cambiar la realidad desde cero. Esta explicación del universo no es que sea novedosa, es que nada tiene que ver con las que se han contado hasta ahora”.

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Con este párrafo anterior inicié el primero de todos los capítulos, contestando a la pregunta ¿Cómo es posible tanto cambio y todo de un solo golpe? Y con el mismo inicio ahora este capítulo. Pero las cosas hay que contarlas como realmente han sido, porque no todas las ideas definitivas se le ocurren a uno desde el principio mismo, desde la nada. Esta idea del cosmos en forma de espiral plana no fue un chispazo repentino, sin nada anterior, había ya malgastado no sé cuánto tiempo en el intento de conciliar la imagen de una partícula, que aparece no se sabe de dónde, con su explosión y la formación de un universo esférico (como siempre se nos había contado) y no había manera de desvelar el misterio. Pero es que, además, tampoco este intento mío había nacido huérfano, se había iniciado en otro intento anterior: el de buscar la compatibilidad del universo científico con el universo bíblico. Ése fue el auténtico principio de todo lo que he escrito después.

 

La descripción que viene haciendo la astrofísica sobre el origen consiste en la existencia de una “partícula”, a temperatura y presión impensables, la explosión de la misma como consecuencia de esas altísimas tensiones a que estaba sometida, y la expansión subsiguiente. Así presentado, este universo resultaba imposible, al menos por dos razones de peso que traslado al lector y, de paso, a los científicos:

 

1.          La hipótesis, aunque científica, parte de un error demasiado visible: el Origen nunca pudo consistir en una “partícula”, porque una partícula, aunque sea de dimensiones subatómicas, es materia, y la materia no existía todavía, no existía todavía porque la materia no es otra cosa que integración de energía, luego jamás puede estar en el origen como primera realidad existente. La Singularidad inicial no pudo ser otra cosa que pura energía.

 

2.          Pero es que, además, una explosión se produce en la dirección de los infinitos radios rectos de una esfera, de manera que el universo así creado consistiría en la corona de una esfera que va alejándose continuamente de su origen (el centro, la Singularidad), dejando tras de sí un vacío de difícil explicación, una tierra de nadie situada, precisamente, en el interior de la propia obra, (puesto que universo es todo: desde donde nace hasta donde alcanza en su desarrollo), un universo de tan difícil explicación, que la visión de un observador, situado dentro de él, sería así de original:

 

o     En la dirección circular de la propia corona esférica, se vería una masa abigarrada de sistemas, ocultándose unos a otros.

 

o     Pero en la dirección radial, tanto hacia “dentro” como hacia “fuera”,  todo lo contrario, se vería un universo prácticamente despoblado.

 

Análisis tan sencillos y tan irrebatibles como éste es lo que se echa de menos en los astrofísicos, en vez de tantos laberintos numéricos. Pero tampoco con esto hemos llegado al final de los despropósitos. Porque otros muchos teóricos, igualmente adictos a esto del “globo”, prefieren situar el Origen, no en el centro de la esfera, como parece lo obvio, sino en la propia superficie o corona esférica, con lo cual se ha terminado de rizar el rizo para mayor confusión de todos. Ahora ya no se trata de un globo que se genera a partir de su centro geométrico, sino de un globo que se genera a partir de un punto de su propia forma circular. El despropósito es aún mayor, porque:

 

·             Un plano no puede ser el resultado de una explosión; pero menos aún que ese plano pueda luego curvarse, sobre sí mismo, y hacerlo, además, con curvatura constante, única forma de engendrar una superficie esférica desde un punto de la propia superficie esférica.

 

Mi primer paso en este intento personal de resolver la cuadratura del círculo había resultado fallido. Pero en el segundo, todo lo contrario, tuve la sensación, desde el primer instante, de hallarme ante la clave que todo lo explicaba: me refiero a la concepción del espacio como algo vivo, que se distiende, que se despliega, que fluye igual a como fluye el tiempo, en vez del espacio pasivo y estático que nos han enseñado (capítulo siguiente). Y pensé que quizás había dado con la solución:

 

·             Realmente, en el origen no se habría producido ninguna Gran Explosión de la Singularidad, por mucho que los científicos así lo supongan, se habría producido el Gran Desencadenamiento de lo que comienza a distenderse, es decir, a expandirse dentro de su propio seno. ¿Por qué era esta la solución?

 

·             Porque, eliminada la explosión, eliminado queda el problema del punto 2: la desconexión entre el punto de explosión y lo expulsado, ese gran vacío interior mucho más grande aún, en cuanto espacio, que el propio universo habitado, el cual (el universo) iría alejándose de su origen en forma de corona esférica y dejando entre los dos un “vacío” imposible de explicar.

 

·             Con esta aportación nueva del espacio fluyente, tendríamos una diferente situación teórica y un universo mucho más creíble: el Origen no habría consistido en la explosión de una partícula, sino en el desencadenamiento de lo que era una prodigiosa concentración de energía por dilatación o distensión interna, como lo hace cualquier cuerpo elástico, produciendo así un universo realmente esférico, es decir, continuo desde el centro hasta la superficie esférica,  sin vacíos interiores.

 

Todo parecía perfecto....... Pero seguía sin convencerme. ¿Cuál era esta vez el problema? El problema era que ese cosmos que se dilata en todas las direcciones por igual, según los radios rectos de una esfera, provocaría sistemas estelares que girarían en todos los planos alrededor del centro, algo parecido a una auténtica maraña. ¿Cuál era la razón por la que los sistemas suelen girar en un solo plano en torno a su centro? Ahí fue donde acabó por cuadrar el círculo, ahí fue donde surgió el chispazo que todo lo iluminó:

 

ü   Los sistemas en espiral plana que pueblan el cosmos no son así por casualidad, son así porque ésa es la única forma geométrica en la que se desenvuelve todo, incluido en este todo el propio cosmos como conjunto.

 

Acababa de desaparecer el enigma: El propio cosmos también es, en su conjunto, una inmensa espiral plana, idéntica en su forma y funcionamiento a todas las que observamos en su interior, es decir, entendiendo por “espiral plana” no la pura forma geométrica que se desarrolla en un único plano bidimensional, sino la que tiene cierta anchura, sin perder por ello la imagen de lo que es esencialmente “plano”. Y esto nos lleva a las tres claves que, dentro de las ocho del primer capítulo, son las más esenciales, porque son las que explican la arquitectura:

 

 Las tres claves de la arquitectura

 

1.          La primera clave consiste en la concepción del espacio como algo vivo que se dilata o distiende en su propio seno, como lo hace cualquier cuerpo elástico; en vez de la manida concepción académica de un espacio producido por el movimiento de una explosión y que va quedando atrás, inerte.

 

2.          La segunda clave consiste en la figura geométrica que resulta del Gran Desencadenamiento de la Singularidad inicial, en forma de espiral plana, igual a la de todos los sistemas que se forman en su interior; en vez de la concepción académica de una esfera o superficie esférica por una explosión.

 

3.          Y la tercera clave consiste en la curvatura de esa forma expansiva en espiral, la cual produce, por sí misma, la formación de todos los sistemas rotatorios en su interior y la inercia conocida como gravedad; en vez de la concepción académica de haber sido producidos por la actuación de fuerzas “ad hoc” nunca demostradas (como la atracción de las masas entre sí).

 

De las dos primeras claves acabamos de hablar en las páginas anteriores: la naturaleza elástica del espacio y la expansión plana del cosmos. Solamente nos resta hablar del tercer pilar de la arquitectura: la curvatura de ese espacio elástico que se expande en espiral.

 

 La curvatura del espacio

 

En el esquema que hice en el capítulo primero sobre el contenido de toda la obra, con el fin de informar al lector de lo que iba a leer y, sobre todo, de cuáles eran las novedades del trabajo de este autor, respecto a lo que la astrofísica académica tiene establecido, hice una breve síntesis de esas novedades, entre las cuales ya estaban las dos primeras, el espacio fluyente y la espiral plana, además de otras cinco. Sin embargo, nada dije sobre una más que no podía incluir entre las novedades precisamente porque ya no era novedad desde la relatividad de Einstein....... pero como si siguiera siéndolo, puesto que el mismo Einstein interpretó al revés el alcance de su propio descubrimiento. Estoy refiriéndome a la curvatura del espacio, a la cual podemos calificar, en relación con el movimiento expansivo, como la “clave de la clave”, en reconocimiento a la trascendencia que encierra.

 

La historia del cosmos no es otra cosa que la historia de un movimiento expansivo por distensión interna, no por actuación de fuerzas. Y si la distensión interna es la clave, la clave de la clave es su propia curvatura.

 

Curva es la expansión en espiral plana que siguió al Desencadenamiento del Origen. Curva es la divergencia de las líneas de expansión que genera todos los movimientos rotatorios conocidos, desde los electrones hasta los sistemas, pasando por la formación de los astros. Curva es la línea ondular que resulta de la combinación de las dos curvaturas anteriores y genera la gravedad. En la formación del universo no hay fuerzas, hay curvatura.

 

Einstein fue el primero en hablar de lo que entonces constituyó una novedad: la curvatura del espacio....., pero cometió el error de limitar tal novedad al entorno que rodea a una masa, o lo que es lo mismo, a cada astro. Así concebida, la impresión que produce a cualquiera (y la que produjo al propio Einstein) es que el espacio, en su movimiento expansivo, al encontrarse con una masa se desvía para sortearla. En este libro también parto de que el espacio es curvo, pero no limitado a la presencia de masas ni producido por ellas, sino al contrario. En mi teoría, la relación causa-efecto es la opuesta:

 

1.          No es que sean las masas las que provocan la curvatura del espacio, como creía Einstein, sino que todo el espacio de la expansión universal es curvo, con o sin masas, puesto que consiste en una espiral.

 

2.          Pero hay más: Es precisamente esa curvatura divergente de los radios de la espiral la que produce la formación de todos los movimientos rotatorios, conforme a la demostración del capítulo V.

 

3.          En el capítulo VII Construcción Ascendente, se demuestra, igualmente, que la relación causa-efecto es la opuesta a la que se viene manteniendo. No es que el espacio se curve debido a la presencia de la masa de un astro, todo lo contrario, es la curvatura del espacio la que genera la acumulación de masa hasta formar el astro.

 

No son las masas las que producen que el espacio se curve (Einstein), es al contrario, todo el espacio es curvo porque consiste en una espiral, y es esa curvatura en espiral la que produce la formación de todas las rotaciones (astros y sistemas) en su seno. La expansión curva es la causa y las masas en rotación son la consecuencia, y no al contrario.

 

Esa primera observación que hizo Einstein sobre el tema “curvatura” es lo de menos, puesto que fue una observación tan limitada y equivocada. Lo importante es la suma de “curvaturas” que aquí se exponen y que confluyen en una explicación racional de la formación y funcionamiento del cosmos, así como los hechos (hechos, no teorías) que avalan ese universo así explicado, sin necesidad de suponer fuerzas misteriosas y jamás demostradas.

 

·             Se puede demostrar, geométricamente, como en este libro hago (capítulo V), que la divergencia de los radios de una espiral engendra curvaturas cerradas, rotaciones, y que tales rotaciones se verifican siempre en el mismo plano de la propia espiral que los genera.

 

·             Se puede demostrar, geométricamente, como en este libro hago (capítulo VI), que ese movimiento circular de las rotaciones, al combinarse con el movimiento de expansión a lo largo de los radios curvos de la espiral, generan un tercer movimiento ondular, el cual provoca, por inercia, la tendencia de las masas a precipitarse sobre el centro de cada rotación, efecto conocido como gravedad y que nada tiene que ver con una supuesta atracción de masas.

 

·             Se puede afirmar, categóricamente, porque es un hecho, que el cosmos no tiene forma de esfera ni de superficie esférica, sino forma plana, porque así ha sido ya comprobado por los trabajos científicos Boomerang y Máxima; lo cual confirma mi tesis de la planitud del cosmos (espiral plana), publicada dos años antes de los citados estudios científicos.

 

·             Se puede demostrar, como aquí hago (último capítulo), de forma irrefutable, que la conocida como “velocidad de escape”, que es única e inalterable en cada astro, solamente es posible en el modelo de gravedad aquí presentado, pero jamás en el modelo de gravedad por atracción de masas, el cual generaría una velocidad de escape variable en cada astro, según sus posiciones relativas respecto a los demás astros.

 

¿Son necesarias más pruebas? Si al lector le puede resultar paradójico y extraño que el universo pueda ser curvo y a la vez plano, le recuerdo que ambos conceptos son perfectamente compatibles, dependiendo de hacia dónde se dirija el foco. El universo es plano en cuanto a la figura geométrica exterior, es decir, si pudiéramos enfocarlo desde fuera; pero es curvo en cuanto a su naturaleza o constitución física, es decir, es curvo dentro, en su interior. Lo comparé en algún momento con una inmensa rueda, la cual constituye una figura plana en cuanto a su geometría externa (como el cosmos), pero si los radios, comúnmente rectos en las ruedas, los sustituimos por radios curvos, seguirá siendo una rueda plana en su figura exterior, pero semejante al cosmos también en su forma interna.

 

 ¿Cómo se verifica la expansión?

 

Hasta ahora hemos hablado del "porqué" de la expansión del universo, para lo cual nos hemos remontado al origen mismo, a la aparición de un punto tan indetectable que la propia ciencia ha calificado de "punto matemático" (la Singularidad). En este trabajo he ido más lejos, he precisado que ese fenómeno inicial debe ser dividido en dos, si bien tan sumamente próximos en el tiempo que pudieran confundirse como un único acontecimiento:

1)    La Singularidad Invisible, constituida únicamente por energía.

2)    La casi inmediata materialización de la misma en un punto tangible, al que la ciencia ha bautizado como Singularidad, aunque en este trabajo he preferido diferenciarlo con otro nombre, La Singularidad Material.

 

Ahora, cuando nos toca hablar no del "porqué" de la aparición, sino del "cómo" se desencadenó, tenemos que retornar a la primera página de este mismo capítulo, donde quedó escrito lo siguiente:

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La descripción que viene haciendo la astrofísica sobre el origen consiste en la existencia de una “partícula”, a temperatura y presión enormes, la explosión de la misma como consecuencia de esas altísimas tensiones a que estaba sometida, y la expansión subsiguiente. Así presentado, este universo resultaba imposible, al menos por dos razones de peso que traslado al lector y, de paso, a los científicos:

 

1.     La hipótesis, aunque científica, parte de un error demasiado visible: el Origen nunca pudo consistir en una “partícula”, porque una partícula, aunque sea de dimensiones subatómicas, es materia, y la materia no existía todavía, porque la materia no es otra cosa que integración de energía, luego jamás puede estar en el origen como primera realidad existente. La Singularidad inicial no pudo ser otra cosa que pura energía.

 

2.     Pero es que, además, una explosión se produce en la dirección de los infinitos radios rectos de una esfera, de manera que el universo así creado consistiría en la corona de una esfera que va alejándose continuamente de su origen (el centro, la Singularidad), dejando tras de sí un vacío de difícil explicación, una tierra de nadie situada, precisamente, en el interior de la propia obra, (puesto que universo es todo: desde donde nace hasta donde alcanza en su desarrollo), un universo de tan difícil explicación, que la visión de un observador, situado dentro de él, sería así de original:

 

o     En la dirección circular de la propia corona esférica, se vería una masa abigarrada de sistemas, ocultándose unos a otros.

 

o     Pero en la dirección radial, tanto hacia “dentro” como hacia “fuera”,  todo lo contrario, se vería un universo prácticamente despoblado.

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Todo esto anterior es lo que ya expuse al principio del libro para rechazar el supuesto que la ciencia ha venido exponiendo sobre el origen del cosmos: la partícula, la explosión y el universo esférico, y lo rechazaba basándome, ante todo, en la imposibilidad de un universo que, como resultado de una inmensa explosión (el controvertido Big Bang), ha de ser forzosamente esférico, lo cual ya ha sido rechazado por los grupos científicos Boomeran y Máxima, dos años más tarde de que ya lo hubiera rechazado este autor con el presente libro.

 

Además de que el cosmos no consiste en una esfera, también citaba en contra de tal tesis el efecto "vacío" que una explosión produce entre el punto origen de la deflagración y la masa expulsada, es decir, en este caso entre la Singularidad y su propia obra (el universo), dejando entre ambos una inmensa tierra de nadie superior al propio universo.

 

No obstante, en la lista de pruebas en contra de esta versión oficial del Big Bang explosivo, aún existe un argumento más que quizás resulta el más significativo, tan significativo que merece ser expuesto por el sistema de objeción y respuesta:

 

Objeción: Una explosión consiste en la expulsión violenta de lo que estaba en reposo, pero aplicado esto al Big Bang científico, aparece de inmediato una pregunta: ¿Una expulsión violenta....... hacia dónde, si fuera de la Singularidad nada existía?

Los humanos no disponemos de más evidencia que la existencia del universo de la materia y su espacio-tiempo, dentro del cual pueden producirse todas las explosiones imaginables, pero no hacia un más allá inexistente. Ese incipiente universo arrojado por el Big Bang fuera de sí mismo al explosionar......... ¿Hacia dónde fue arrojado, si fuera de la propia Singularidad nada existía, ni siquiera espacio-tiempo?

 

Respuesta científica: La ciencia no presume ni plantea que el espacio-tiempo existiera ya en el origen, lo que mantiene es que fue siendo creado por la propia deflagración, a medida de que la misma progresaba.

 

Objeción: Seguimos en idéntica situación. ¿Cómo es posible que algo (incluso una deflagración) pudiera avanzar o progresar dentro de lo que no existía?  

 

Respuesta científica: Creándolo. Fue precisamente esa Gran Explosión la que produjo el camino de expansión del incipiente universo.

 

Objeción: Esa respuesta revela una confusión elemental entre dos realidades diferentes: la nada y el vacío.

Una cosa es el "no-ser", la "nada", en cuyo caso no cabría expansión ninguna, y otra cosa diferente es el "ser", lo que ya existe al menos como espacio-tiempo, aunque se encuentre "vacío" de cosas concretas.

·       El primero de estos dos casos ya ha sido resuelto: en la nada, nada puede existir, ni siquiera una pretendida "expansión".

·       El segundo, el de un "vacío", resulta igual de imposible, puesto que un "vacío" implica la previa existencia de espacio-tiempo antes que el propio universo.

 

                Pero es que, además de todo lo anterior, existe una objeción definitiva, la vulneración de un principio elemental:

 

·       Si la Singularidad era entonces "lo único existente", el origen de todo, no existía ninguna otra cosa, fuera de sí misma, donde poder expandirse. Constituiría una contradicción.

 

No es necesario inventarse un espacio-tiempo, previo y exterior, donde alojar lo expulsado en una explosión, como pretende la ciencia. La Singularidad se expandió por distensión interna, dentro de sí misma, desarrollándose sin ningún obstáculo exterior que se lo impidiese.

 

Confusiones tan elementales como éstas son las que conducen a la ciencia a proponer teorías absurdas. Cuando los científicos abandonan sus laboratorios, sus ensayos y sus ecuaciones matemáticas y se aventuran en ese otro mundo complejo de la especulación, la hipótesis imaginativa y el "salto en el vacío" (es decir, lo creativo), suelen incurrir en errores tan llamativos como éstos, en los que se supone un universo capaz de expandirse por explosión, creando espacio-tiempo fuera de sí mismo...... pero todo ello dentro de la "nada absoluta". Si la ciencia se asomase a la filosofía sabría que, además, la "nada", el "no-ser", ni siquiera existe, constituye una pura creación de la mente humana por contraposición a lo único conocido y existente, el "ser" (Parménides, siglo V antes de Cristo). Una expansión en la "nada" constituye una expansión en ninguna parte.

 

Cabe suponer la existencia de la Singularidad, "imaginándola" en medio de la "nada", como principio del universo......... Pero no cabe suponer la invasión de esa imaginaria "nada" mediante una explosión de la Singularidad. Una explosión únicamente podría invadir un "vacío", es decir, un espacio-tiempo ya preexistente y anterior a la explosión  (lo cual es más imposible aún).

 

ü El abismo que acabo de introducir con estas afirmaciones entre lo que la astrofísica predica de la expansión universal, a la cual describe como una expansión "hacia fuera" y en todos los sentidos por "explosión" de la Singularidad, y el nuevo concepto que este autor predica en este libro, en el que describo el fenómeno como una "distensión o dilatación interna", sin proyección ni invasión hacia fuera, hacia ninguna imaginaria e imposible realidad exterior......... tal abismo, repito, resulta definitivo, constituye un vuelco radical al relato científico del cosmos. Y así acabará siendo reconocido, más pronto o más tarde.

 

En las páginas anteriores creo haber acabado con el discutido tema sobre el "porqué" de la expansión universal. La astrofísica optó, desde el principio, por la solución más simplista: una supuesta explosión en el Origen, es decir, una explosión de la propia Singularidad....... Y aún estamos esperando a que la ciencia "caiga" del abultado error de suponer que, un acontecimiento de tal envergadura, capaz de expulsar hacia fuera de sí mismo un universo en desarrollo, se produjo, además, en el seno de la "nada más absoluta".

 

En la nada, nada ocurrió y nada ocurre. El inmenso universo que conocemos y en el cual vivimos nació, y sigue estando, dentro de la propia Singularidad....... expansionada.

 

ü   En el Origen, ni hubo explosión ni expansión en la nada, simplemente se desencadenó una inmensa concentración de energía, iniciando el proceso de formación física del universo por distensión interna. Fuera de él nada existe.

 

ü   El espacio no es una realidad inerte, el espacio fluye, se expande, se distiende por alejamiento de sus propias partes entre sí, como lo hacen todos los cuerpos elásticos.

 

ü   Este es el nuevo universo que propongo, nacido en sí mismo, expandido dentro de sí mismo, existente en sí mismo, ajeno a ninguna otra cosa exterior a sí mismo, ajeno incluso a la nada porque la nada no existe. Solo existen el Creador y su creación (el universo).

 

Solamente resta explicar el "cómo", la forma en que se desarrolla el cosmos, a partir de la Singularidad inicial, por su propia expansión interior. Lo hace en forma tridimensional:

 

 Expansión longitudinal.-

 

Consiste en el "Desencadenamiento" de la incalculable concentración de energía acumulada en la Singularidad, expandiéndose por distensión interna dentro de su propio seno y, como ha quedado dicho, en el sentido de los radios curvos de una espiral plana.

 

Figura 1: Expansión longitudinal

 

Este avance longitudinal de los radios curvos de la espiral, dilatando continuamente el universo potencialmente contenido en el interior de la Singularidad, irá luego decreciendo, debido a la curvatura, y acabará por detenerse del todo. En la imagen puede comprobarse que sus sucesivos tramos I1, I2.......hasta I9 van siendo cada vez menores, hasta que lleguen a su agotamiento (consultar capítulo VIII, “Destino del universo”)

 

Si el lector piensa que esto último constituye una contradicción con el fenómeno ya observado por Hubble, según el cual la velocidad de alejamiento de las galaxias entre sí es cada vez mayor, debe tener en cuenta que, tanto la divergencia de los radios curvos de la espiral entre sí mismos (Figura 1), como igualmente la divergencia entre los círculos máximos del sector esférico entre sí mismos (Figura 2), van multiplicando el espacio de forma continua, de modo que, por cada avance longitudinal, las expansiones angular y transversal son progresivamente mayores. Esto explica por qué hay cada vez más espacio para los movimientos, a pesar de que la expansión longitudinal sea cada vez menor.

 

 Expansión angular.- (dirección A, en la figura 2).

 

Al ser todos los radios de la espiral divergentes entre sí, van produciendo un espacio circular cada vez mayor en el sentido del “ecuador” de una hipotética esfera. Esta expansión es continuamente creciente mientras no llegue, por agotamiento de la expansión longitudinal, al momento de máximo alejamiento posible del origen y clausura del espacio.

 

Figura 2.- El universo visto desde el extremo de una  perpendicular al centro de la espiral plana, similar a ver nuestro planeta desde un polo. Los radios curvos de la espiral van separándose por divergencia a medida de que se desarrollan, creando espacio interno por dilatación.

     L     (expansión longitudinal)

    A      (expansión angular)

 

 

 Expansión transversal.- (dirección T, en la figura 3).

 

Es lo que se expande el universo en el sentido de los “meridianos” de una hipotética esfera, debido a que la expansión no se verifica en un único plano, el del ecuador (lo cual engendraría un universo sólo bidimensional), sino también entre los círculos máximos del sector esférico de esa franja ecuatorial. También es continuamente creciente hasta llegar al agotamiento de la expansión longitudinal.

 

Figura 3.- El universo visto desde un punto “exterior” situado en el mismo plano de la espiral, similar a ver nuestro planeta desde el ecuador. Consiste en una figura plana que, a partir del centro 0 (Singularidad) va ensanchando, dentro de sí misma, por la expansión transversal.

     O     (Singularidad)

     L     (expansión longitudinal)

     T     (expansión transversal)

 

 

 La imagen geométrica del cosmos

 

Describir al universo como una "espiral plana", como he venido haciendo, no deja de ser un recurso demasiado fácil y sintético para referirse a una realidad compleja. Por supuesto que el universo no puede tratarse de una espiral en un plano único, porque ello daría origen a un universo solamente bidimensional, es decir, imposible. Por eso, en la anterior figura 2, que presenta al universo enfocado desde el mismo plano en el que inició su giro la espiral, es decir, el plano horizontal del "ecuador" de una hipotética esfera, dicho "ecuador" ni siquiera ha sido dibujado para evitar confusiones , porque el universo es bastante más que ese único plano:

El universo consiste en una espiral que arranca desde lo único existente, la Singularidad, pero que, debido a la violencia de la expansión en su interior no lo hace en ese único plano del "ecuador horizontal de una hipotética esfera" (expansiones longitudinal y angular), sino también en una tercera dimensión en el sentido de los "meridianos de esa hipotética esfera" (expansión transversal). Y es esta tercera dimensión, causante de la figura tan peculiar del universo en forma de "disco deprimido en su centro", la que merece una mayor explicación:

 

·       En una esfera, todos los planos circulares que pasan por el centro de la misma son conocidos en geometría como "círculos máximos".

 

·       Considerado uno cualquiera de esos círculos máximos, la figura que dentro de él forman dos radios y el correspondiente arco de circunferencia que los une, es conocido con el nombre de "sector circular ".

 

·       Y si ese sector circular comienza a girar sobre algo dentro de la esfera, engendra una nueva figura geométrica conocida con el nombre de "sector esférico".

 

·       Si ahora nos situamos en la misma hipotética esfera de la anterior figura 3, vemos que está cortada por dos planos que cumplen esa condición de pasar por el centro de la esfera (Singularidad), es decir, que se trata de dos círculos máximos; los cuales, al cortarse en el centro, generan a ambos lados dos sectores circulares idénticos que apoyan sus vértices en ese mismo punto, el centro de la esfera (la Singularidad).

 

·       Basta ahora con tener en cuenta que lo que estamos contemplando es sólo una "fotografía fija" de lo que realmente está en pleno movimiento giratorio, basta eso para comprender que lo que vemos como dos sectores circulares idénticos, uno a cada lado, realmente son la sección de una única cosa: la sección de un sector esférico girando sobre su centro, sobre la Singularidad.

 

Esta es la peculiar y hasta ahora desconocida imagen real del cosmos (y que me perdone la ciencia por adelantarme tanto a ella):

Un sector esférico que apoya su vértice en el punto central de una hipotética esfera, mientras gira y se expande por distensión interna, adquiriendo la imagen de un "inmenso disco deprimido en su centro".

 

El valor (para nosotros desconocido) del ángulo de ese sector circular que crea, al girar, el sector esférico que llamamos Universo, ese valor, repito, de  ese ángulo es el que determina la “anchura” de la figura plana del universo; o lo que es lo mismo, hasta que “latitudes norte y sur" alcanza la expansión transversal en los "meridianos de una hipotética esfera". Éste es el Cosmos: un inmenso disco, tan inmenso como peculiar:

 

-       Un disco deprimido en su centro, porque en ese punto único y central solamente habita el Origen, La Singularidad (pura energía) sometida a una presión tan descomunal que la propia ciencia describe como "infinita".

 

-       Un disco que, además, se desencadena dentro de sí mismo porque fuera (la nada absoluta) nada hay que le ponga límites, extendiéndose y ensanchándose por el empuje interno de las tres formas de expansión: longitudinal, angular y transversal.

 

-       Un disco fantástico que, además de lo dicho, es capaz de hacerlo todo mientras gira a las velocidades increíbles de una espiral desatada desde el centro mismo del Origen.

 

Seguro que en geometría existirá un nombre técnico para definir la figura que acabo de presentar como "disco deprimido en su centro", nombre técnico que ignoro y que no he sido capaz de encontrar en ninguna consulta realizada.

 

Última pincelada aclaratoria:

 

Resulta obvio que, para poder contemplar, tal cual es realmente, la fantástica imagen del cosmos sería preciso situarnos fuera del propio cosmos....., misión imposible, puesto que fuera de él nada existe: ni el espacio ni el tiempo. El universo es una obra del Dios infinito (para los creyentes, como yo) o es una pura "casualidad" (¿?) sin autor determinado (para los ateos). Pero también es obvio que, en cualquiera de los dos casos, la razón y la imaginación del hombre son capaces de construir, a partir de los datos que nos suministra el propio cosmos en su interior, cómo es realmente este prodigio si pudiéramos contemplarlo desde fuera....... Otra cuestión, más ardua, es que este autor acierte a describirlo tan fielmente que esa imagen sea capaz de llegar hasta la comprensión del lector.

 

ü Si este universo tan peculiar y esquivo consistiese en una inmensa esfera (como siempre nos habían dicho), bastaría con el milagro de poder salir fuera de él para contemplarlo como realmente es, porque una esfera siempre es una esfera, se la mire desde dónde se la mire.

 

ü Pero una vez aclarado en este libro (y comprobado más tarde por la ciencia) que el universo no es una esfera, sino que es plano, nos encontramos con que, si ese hipotético observador capaz de salir fuera, se situase, además de fuera del universo, fuera también de la prolongación de los planos máximos que lo han construido, lo que vería sería exactamente la anterior Figura 2.

                    

ü Pero si ese mismo observador se situase, a pesar de estar fuera del universo, dentro de la prolongación de los planos que lo han construido, lo que vería sería la siguiente imagen (que no es otra cosa que la Figura 3, pero despojada de todas las líneas de puntos); es decir, vería la imagen de un disco deprimido en el centro (el universo) girando sin cesar en torno al punto central (la Singularidad) de la cual emana por distensión interna, tal y como aparece en la siguiente y última imagen.

 

Figura 4

 

 

 Visión del cosmos desde un punto interior

 

Después de imaginar cómo veríamos nuestro universo si pudiéramos situarnos fuera de él, cosa más apasionante, por llegar quizás a ser comprobable algún día, es la de conocer las posibilidades de visión desde dentro del propio cosmos, según la posición del observador. Esto sí sería trascendente porque podría aportar la prueba definitiva de esta forma de universo que defiendo.

 

Hasta hace poco, con aquella antigua concepción del universo como "esfera completa", no había problema ninguno. Se hallase dónde se hallase un observador, dentro de esa esfera, siempre existiría una recta que le comunicaría con cualquier punto dentro de la propia esfera. Las posibilidades de visión eran, por tanto, totales. Con la siguiente teoría científica del “globo inflable”, consistente sólo en la superficie o corona de una esfera, la visión se quedó restringida a casi la nada. Sin embargo, ahora las cosas no son así, no son del “todo o nada”, es una visión que no depende exclusivamente de la posición del observador, sino también de la existencia de los que podemos llamar los dos "conos ciegos".

 

ü En mi modelo de universo, no todo él es visible desde cualquier punto de su interior. Si el universo se tratase de un disco completo (es decir, el segmento esférico íntegro) no habría ningún problema de visión interior, pero al tratarse de un disco (o segmento esférico) no completo, deprimido en su centro, esto implica la existencia de dos conos, los dos conos que le faltan para constituir un disco completo, los cuales son "ciegos", es decir, que no son universo y pueden impedir la visión de la parte opuesta al punto ocupado por el observador.

 

ü Predicar de esos dos conos que le faltan al disco universal que son "ciegos", no debe interpretarse como que se trata de dos zonas realmente existentes, aunque opacas porque en ellas nada hay. Eso sería el "vacío" y no impediría ver, a través de él, el lado opuesto del disco. Se trata de que esos dos conos no son universo, son la nada, lo no existente.

 

ü En este modelo de universo que defiendo, únicamente el centro, ese punto indefinible, considerado por la ciencia como misterioso y puramente "matemático" (¿No será más bien puramente "milagroso"?), bautizado precisamente con el sugestivo nombre de "Singularidad", ése es el único que domina siempre hasta el último rincón del orbe. Cualquiera otra posición siempre tendrá una parte del cosmos oculta.

 

Sin embargo, es precisamente este aparente contratiempo el que se constituye en una clara posibilidad de comprobar la veracidad del modelo de universo aquí defendido. Estoy refiriéndome a los movimientos "relativos" dentro del propio cosmos.

 

-        Es cierto que el emplazamiento del observador viaja en la misma dirección y por la misma causa (la expansión general) en la que se traslada el objeto observado, de modo que la situación relativa entre ambos, observador y objeto observado,  debería ser siempre la misma.

 

-        Pero también es cierto que cualquier cuerpo celeste, en sus movimientos naturales, puede alterar su posición relativa respecto al observador y puede, con ello, entrar o salir de la zona observada sin ninguna causa aparente. "Parece", por tanto, que debería darse el caso de astros u otras referencias habituales que apareciesen, y otros que desapareciesen, sin ninguna explicación lógica, de la zona dominada por el observador.

 

Desde cualquier punto del universo, si los medios de observación fuesen suficientemente potentes, podría constatarse la aparición y desaparición de astros y sistemas al transponer los dos conos ciegos.

 

Y por último queda considerar que las formas esenciales que ha engendrado, dentro de sí mismo, el movimiento curvo universal han sido básicamente dos: la esférica de los astros y la plana de los sistemas, ambas girando sobre sí mismas. Ahora, al llegar a la forma final de ese misterioso disco llamado cosmos, también girando sobre sí mismo, nos encontramos con que consiste en eso, en una gigantesca rueda, una forma intermedia entre las otras dos, una forma que participa tanto de lo esférico como de lo plano, en lo que parece un empeño por testificar todo lo que hay en su interior.

 

Y si cabe y para satisfacción de quienes somos creyentes, mayor “casualidad” aún es considerar que, en la concepción clásica, ese impulso inicial, ese origen del universo, constituía precisamente el centro, pero un centro que se hallaba dentro del propio universo, que pertenecía a él: el centro de la esfera. Ahora, con esta nueva concepción que defiendo, ese punto misterioso  sigue siendo el centro...... pero, sin dejar de ser el centro, no está situado dentro, no es parte del propio mundo.

 

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© Gregorio Corrales.

 

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(Imagen tomada del reportaje “El arte de fotografiar”)